El distribuidor tendrá la función de gestionar la red, aprovechando la automatización y la transformación digital, mejorando la capacidad de alojamiento de RES, apoyando la movilidad eléctrica e integrando soluciones flexibles. Por tanto, será necesario que la regulación contemple esos temas y siga la evolución y modernización del sector. La primera etapa necesaria para el desarrollo de nuevos servicios y la evolución del rol del dso es sin duda el despliegue masivo de los medidores inteligentes que representan el layer básico para la digitalización de la red y la activación de servicios más avanzado y la promoción de conductas energéticas más eficiente por los consumidores. Desde un punto de vista técnico (especificaciones técnicas) regulación tiene que poner objetivos de digitalización de red (incluyendo target para instalación de medidores inteligentes), aclarar y suportar la correcta definición del nuevo rol del dso y su interacción eficiente con los stakeholders y con los mercados para los servicios de flexibilidad, dando también la posibilidad de hacer experimentos regulatorios y validar modelos de mercado. Desde un punto de vista económico el modelo de remuneración tiene que considerar la acrecida necesitad de inversiones, impulsar proyectos en innovación y digitalización reconociendo y remunerando efectivamente nuevas categorías de activos. Además, la regulación tiene que sostener los distribuidores con esquemas que premian calidad, resiliencia y modernización de la red e inversiones que ponen atención a sostenibilidad y circularidad.

El sector en América Latina está pasando por un momento muy importante, con discusiones sobre el futuro muy en línea con lo que podemos ver en otras regiones del planeta (descarbonización, digitalización, electrificación). Es una región con desafíos muy específicos, y muchos gobiernos ya han establecido objetivos importantes y están avanzando en la dirección de transición energética. Por ejemplo, la Colombia, con la Misión de Transformación Energética que toca muchas partes de los temas relevante para el sector energético en total y también el Brazil que ha empezado discusiones para mejorar esquemas de inclusión de recursos distribuidos, por ejemplo.

En cuanto a los modelos de negocio de las distribuidoras, las empresas tienen que estar alineadas con estos conceptos, convirtiéndose en protagonistas de este movimiento de transición energética.

Elementos como baterías y soluciones de respuesta a la demanda (entre muchos otros) tienen la capacidad de aportar mayor flexibilidad al servicio de distribución de energía si están gestionadas por un operador de red que va a optimizar su potencial para los servicios a la red de distribución. Además, los recursos Distribuidas, brindan a la red no solo un alivio en el flujo de energía a lo largo de toda la red de distribución, sino también una importante herramienta para el mantenimiento de los servicios de distribución de energía, en el caso de interrupciones por eventos extremos cuando hay servicios de flexibilidad adecuados y diseñados para prevenir o recuperar situaciones de emergencia. En este sentido, aun no sea acción estructural sobre la red, los servicios fornidos por la DER van a contribuir a la resiliencia del sistema.